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Por la mañana Mxxx tiene 37. Deciden esperar a comer y después de comer Xavier, un trabajador del albergue que se parece al teniente García de la serie de televisión del Zorro de hace muchos años, les conduce hasta Calzada de Bejar para recuperar los kilómetros perdidos por la parada forzosa. El paisaje fluye rápido, recordando a la verde campiña inglesa.

La falta de señalización cuesta un desvío de unos kilómetros y mientras tanto llueve. Todo parece ir mal: en el albergue de Alcuéscar, la ‘casa de la Misericordia’, Fabrizio y Mxxx no pueden alojarse, porque Fabrizio no tiene el certificado de custodia del niño, al haber sustituido al anterior acompañante. Por suerte, encuentran cobijo en casa de la señora Dorotea, una alemana algo excéntrica con una casa llena de instrumentos musicales: guitarras, flautas, arpas e incluso dos gongs coreanos.

A la mañana siguiente, nos despertamos un poco tarde: Fabrizio se había puesto tapones en los oídos para no oír a uno de los otros dos peregrinos del albergue, que roncaba fuerte. Llovizna mientras se apresuran a llegar a la estación de autobuses para tomar el autobús a Sevilla, donde permanecerán dos días antes de regresar a Italia.

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Pues bien, en el Alentejo también viven algunos caballos, los lusitanos, semisalvajes por los que vimos, imposibles de inmortalizar con un IPhone, y los caballos de la yeguada real Coulderia de Alter (lea nuestro breve artículo-Tradiciones reales: caballos lusitanos y caza del halcón).

Las primeras medidas concretas son el control del agua mediante un riego preciso. Hemos visto tuberías de goteo con boquillas cada 50 cm cuando hubiera sido mejor cada 2 metros. Hemos visto campos de cientos de hectáreas de almendros sin hierba en el suelo, mientras que también hemos visto ovejas pastando (en enero) en los viñedos para desherbarlos.

Hemos visto diversificación con nogales, pero también cientos de hectáreas de olivos plantados como vides en hileras separadas un metro y probablemente de 2,5 metros de altura, todo ello con un uso masivo de lonas negras tejidas que protegen de las “malas hierbas” pero matan la microfauna del suelo en 5 años y dejan finas partículas poliméricas en el suelo.

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Abbiamo acquistato questo articolo perché il nostro cane saltava la recinzione e avevamo paura che potesse mordere qualcuno. E sebbene non avessimo grandi aspettative (avevamo già provato di tutto) ha svolto la sua funzione in modo eccellente e il montaggio non potrebbe essere più semplice. La prima esperienza del cane è stata scioccante perché era piuttosto spaventato, ma ora che conosce il collare si allontana semplicemente dal recinto (solo ascoltando il segnale acustico sa che deve allontanarsi) e fa come al solito. Inoltre, dato che il collare ci è durato solo due giorni, abbiamo contattato il venditore che è stato molto rapido nell’aiutarci.

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Al final, uno de los huéspedes que preguntó por la Villa Eco-Lujo solicitó un tercer dormitorio. A Tila se le ocurrió instalar una yurta. Esto hizo un tercer dormitorio perfecto para los huéspedes que absolutamente encantó. A partir de ahí, se añadieron la cocina y la ducha de la yurta y un jardín cerrado. Creación de la primera casa de vacaciones en yurta en la Finca de Arrieta.

Eco Torre – Esta estructura original del pozo de agua estaba en ruinas cuando los Braddocks se mudaron por primera vez a la Finca de Arrieta. Aunque el molino ya no existía, las murallas seguían en pie. Era importante conservar el edificio y limpiar el pozo que habían rellenado los agricultores en los últimos 50 años. Las paredes originales y el enlucido “Cal” pueden verse en el interior de la sala del Pozo, bajo la Torre Eco.

Eco Lodge – Este pintoresco Lodge era originalmente la cocina/ducha que albergaba la Yurta Eco Chico y la Yurta Eco Chiquitita. Éstas se han modernizado para disponer de sus propias instalaciones, lo que permite transformar el espacio en su propia casa de vacaciones. La gran terraza ofrece intimidad y espacio para sus tumbonas y hamaca.